jueves, 22 de febrero de 2018

Perdón


El perdón es la renuncia a la indignación y los resentimientos que causan una ofensa o agresión. Nace del ofendido, pues solo el ofendido puede liberarse de los sentimientos que tenga contra el ofensor. No se puede obligar a perdonar, pues el perdón intenta sanar una herida abierta y liberar de un resentimiento, y eso no puede lograrse si no es libremente. El perdón depende de la libertad, la caridad y la misericordia del ofendido.
El perdón es una liberación. “Perdón” viene del latín “per donare”, que significa  “dar por” o “dar para” o “dejar ir”. Cuando ejercemos el perdón “soltamos” a quien nos ha ofendido o nos ha hecho un mal. En griego se entiende mejor, pues, “afesis”, palabra para perdón, significa “liberación”. Al mismo tiempo que liberamos de su culpa a quien nos ofendió, también nos liberamos nosotros de nuestras indignación y resentimiento, pues ambos son sentimientos que tarde o temprano terminan por causarnos mucho daño, a veces más que la ofensa o la agresión misma.
Cuando perdonamos olvidamos la ofensa. La frase “perdono pero no olvido” implica un perdón falso, que guarda cierta dosis de resentimiento. Diferente es la prudencia de entender que una persona que hizo algo malo y dañino una vez, puede repetirlo, y que debemos actuar con cuidado. Y otra es guardar en el fondo del corazón algo contra esa misma persona. Mucho menos debemos alegrarnos de algún mal o infortunio que le pase, aunque no se lo hubiéramos deseado. El perdón debe ser absolutamente sincero, total, para ser auténtico, es decir que debe llevarnos a una reconciliación completa (situación que puede no darse si el ofensor no estuviera arrepentido, en cuyo caso ya no es responsabilidad nuestra y no debería turbar nuestra paz).

Opinión personal:si todos nos esforzáramos por practicar el valor positivo del perdón, nuestro mundo sería más pacífico y armonioso, y nuestras familias más felices.

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